Con el Demonio adentro

 


“La máscara ha cambiado,
 pero como siempre es la única…”
El Enamorado
Jorge Luis Borges

 



En la novela “Luces del Norte” (Northern Lights)[1], Philip Pullman, llama Daimonion a un animal que nace con nosotros y contiene nuestras emociones (nuestra alma), cambia mientras somos niños y establece una forma al convertirnos en adultos. Siempre pensé que ese personaje había surgido del  Daimon (δαίμων) de la mitología griega, quizás la idea socrática del Daimon, como una voz interior a la que se escucha y pero no da órdenes o quizás más platónica, que ve al demonio personal como una ser independiente, como guía, un compañero. De esas ideas griegas surge la noción de Demonio, como una voz que incita a ciertas conductas contrarias a las reglas sociales. El demonio te dice “Hazlo igual”, el angelito posado sobre el otro hombro no aparece hasta mucho después, con el cristianismo.

Lo que la psicología llama “Diálogo interno” es nuestro primer personaje y una muestra de sanidad mental, a no se que, (como decía un profesor) converses en voz alta por la calle, con otro que nadie ve salvo tú…  eso ya pasa los límites de  conversar con uno mismo.

Somos legión, se dice. Somos varios y usamos máscaras. Una máscara para cada situación.  La máscara está asociada al teatro, a la representación de otro. El personaje ficticio creado por un autor. Estar loco o no dependía de cuándo, cómo y dónde se fueran usando esas máscaras, esos personajes que construimos para interactuar de la mejor forma posible con los otros, sin destruirnos psíquicamente. Suena drástico, pero en psicoanálisis mucho suena drástico, cruel y hasta a veces inaceptable. El psicoanálisis uso hasta el hartazgo a la mitología griega. Hay tesis sobre si Sócrates era en realidad el Daimon de Platón… tantos prismas sobre lo mismo logran deformarlo.

Pero, como decíamos ayer…

Hoy se ve de diferente manera, hay una aceptación tácita de las máscaras sociales en todos los contextos. Si vas a un teatro la convención es que eres parte del público y te sientas a ver una obra que sabes es ficcional y es representada por actores, gente que hace de otro.

Cuando ese límite se corre del contexto y una persona interpreta un personaje frente a sus jefes y otro con su familia, uno ve del otro, ese lado que quiere que veas y si no te enteras no te afecta porque “ojos que no ven…”

El pequeño detalle es que… no hay nadie mejor para interpretar un personaje o varios que un narcisista. Hoy son el paradigma del éxito. Hace varios años que Luis-France Hirigoyen[2] lo viene advirtiendo desde sus libros sobre acoso moral y la figura del perverso. Qué mejor que un gran manipulador, adormecido emocionalmente, para representar los papeles necesarios para lograr lo que quiere. Fingir. El Perverso no tiene un demonio dentro, él es el mismo “Demonio”.

Conductores de tv, políticos, periodistas, panelistas, influercers… está repleto de perversos narcisistas que son ejemplo de éxito y que establecieron que hacer un personaje está bien, un Reality Show con un jurado que finge ser muy malo, es un  personaje. Un locutor que desde detrás de cámara maltrata y desmerece a los conductores, es un personaje. Un panelista que ataca a un invitado para llevarlo al límite de sus emociones, es un personaje. Un político que dice que le gusta algo, que en realidad no le gusta, durante una campaña política, es un personaje. Un periodista que exagera, o banaliza una información para que sea más “interesante” para el público, es un personaje… Tuiteros, blogueros, youtubers, instagramers… influencers, todos ellos parecen interpretar un personaje atractivo de ser mirado, incluso fingiendo vidas que no tienen… y muchos imitadores crean vidas ficticias con fotos y videos con la esperanza de conseguir seguidores, para ser mirados, admirados, amados…

Todos parecen ser personajes. ¿Las personas dónde están?

¿Están las personas reales en tu vida privada? ¿Son nuestros amigos íntimos, nuestra pareja..?

¿Qué costo personal pagamos para mantener ese personaje público? ¿Nos perdemos de algo, ahí afuera, por no ser la persona que somos, obligados por el personaje que construimos?

Nuestro “Demonio” es nuestra guía. No la voz construida para agradar al resto, no el pequeño angelito. Mi demonio es quién me dice que escriba esto, el angelito dice que no lo haga, porque puedo disgustar a alguien. A veces solo debes dejar que se peleen e irte a tomar unos tragos.

 Los autores tenemos la suerte de expulsar demonios y ángeles, verlos vivos, ser leídos o interpretados. Al fin y al cabo, el arte proviene de la carencia. La diferencia es que creamos para vivir y no vivimos para crear (de creación y de creencias también)

Tu Daimonion es el personaje de ficción que te ayuda a llenar las páginas en blanco que están a continuación. Esa parte de ti con la que dialogas, imaginas, sopesas, aprecias, consideras, reflexionas…

Debes cuidar de él, como cuidas de ti mismo; pero claro, si tú no te cuidas nadie lo hará por ti ¿verdad? Quizás tu Daimon, como dijo Jung, esconda tu destino. Bueno… dale una oportunidad a tu Daimon, todos llevamos uno dentro.




[1] La novela fue llevada al cine como “The Golden Compass” y es parte de una trilogía llamada “La materia oscura” (His Dark Materials).

[2] Francia (1949). Se especializa en psiquiatría, psicoanálisis y psicoterapia familiar, Doctora en Medicina desde 1978. Realiza con el FBI un curso sobre asesinos en serie algo que le ayudó para reconocer el perfil de un tipo psicológico, el perverso, que podría considerarse un pariente cercano del acosador moral.

 




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