La Creación (Del personaje principal)
Él está sentado en el sofá del living, vestido de blanco, de piernas cruzadas. Un brazo descansa en el respaldo del sillón y el otro sobre su muslo. Me sigue con la vista mientras camino por el departamento, descalza, sobre el piso de madera lustrosa. Mi mente pregunta ¿Qué color de ojos tienes?, mi mente le pregunta a él -¿qué color de ojos quieres? ¿Te gustaría decidir qué color de ojos tener?- Él ladea la cabeza, con los ojos abiertos y pregunta sin hablar ¿Quieres que tenga sus ojos o los ojos que te gustan?, me dice. Creo que tus ojos deben ser fuera de lo común, todo en ti lo es, pienso. Él sonríe ampliamente y afirma con la cabeza.
Giro en dirección al sillón, me siento a la mesa y me pongo a
escribir. Le pregunto:
-¿Qué tal ese verde que soñé? Solo el borde externo del iris,
de un verde iridiscente… ¿? Suelen ser claros por dentro, pero en tu caso son
oscuros, solo acercándose lo suficiente a tu cara alguien puede percibir que
hay un halo verde en tu iris… solo a la luz del sol se puede ver el brillo
verdoso, en la oscuridad son dos canicas oscuras, que le dan a tu mirada esa
profundidad intensa. Le sonrío ¿Te parece?
Asiente. -¿Y mi pelo? ¿Lo vas a dejar así o quieres que sea
oscuro como el suyo?-
-Estás basado en él, pero tú no eres él. Tu apariencia es
similar, algunos de sus gestos, algo de su sonrisa; el cabello largo y lacio,
hacia un costado, que cubre parte de la frente, pero el tuyo parece más claro, me
gusta que tengas esa claridad, no sé si es rubio, no sé si son canas, no sé si
es tintura, es como si fuese entrecano o tuviese luces… Tus orejas no se ven cuando
lo tienes suelto, tu cara se alarga cuando lo tienes atado. Tu rostro es simétrico,
todo en ti es simétrico, por eso eres perfectamente bello.
Vuelve a ladear la cabeza. Por supuesto, él no se inmuta por
mis comentarios, aun no hay un ego en él que lo haga reaccionar por como los
otros lo ven, aun es como un niño, como una inteligencia artificial que se está
llenado de datos.
-Podría vestirme de negro, ¿no?-
Su comentario me sorprende, por un lado deseo que tome decisiones
y por otro me asombra que quiera el tono contrario. Debo ser cuidadosa en este
punto, no quiero inducirlo, no quiero arruinar su inocencia perfecta, al fin y
al cabo es como un alma recién enfundada en un cuerpo, cada acción no tiene
marcha atrás.
-¿Es lo que quieres?- Le digo -¿Deseas vestirte de negro? Ya
sabes que puedes hacer lo que quieras…-
-Bueno… él se viste de negro todo el tiempo. ¿Notaste que
fuera de las películas, series, programas o entrevistas, en las pocas fotos que
hay, siempre viste de negro o de jean y remera? No tiene adornos o demasiados
accesorios, no parece ser ese modelo de las revistas de moda masculina…-
-¿Quieres vestirte de negro porque a mí me gusta él? Eso no
cambia nada, él me gustaría si se vistiera de blanco o de azul. Me gusta lo que
se trasluce del actor, lo que se ve de su personalidad detrás del personaje que
lleva por la vida, más allá de los personajes que interpreta. Pero no lo
conozco en persona, no sé nada acerca de quién es realmente. Sobre todo porque
es una persona muy reservada. Quizás sea esa la razón del atractivo que ejerce
sobre mí, nada mejor que un buen enigma para tenerme interesada.- Me rio.
Él levanta la comisura de sus labios, en su gesto veo el
gesto de otro, de ese a quien llamamos “ÉL”, esa sonrisa tibia de foto obligada,
los labios estirados sin mostrar los dientes. Calculo que es lo que hay en mi
banco de datos, todavía no tiene una sonrisa propia. Lo pienso y me muestra los
dientes a propósito, su sentido del humor es exacto, debe ser lo primero que yo
necesito ver en este personaje que está sentado en el living de mi casa.
Su luz nació en mi cama, respirando una mañana de domingo,
recordando canciones de Gustavo Cerati. Un cuerpo masculino, desnudo, lánguido
y tibio deslizó una pierna fuera de las sábanas blancas y se movió somnoliento,
como si respirara después de un sueño profundo. Cierro los ojos y veo la
escena: Alguien intenta despertarlo pero no puede abrir los ojos, lo llaman y
no puede despegarse de la cama, se siente complacido y sensual, el roce de la
suave tela hace que quiera seguir así, yendo y viniendo, girando el cuerpo
entre las sábanas. Cuando lo percibí por primera vez supe que esa criatura era
como un “Golem” y lo ame como se ama
toda creación. Me pertenecía en parte, hasta que me soltara la mano y no debía
poner sobre él ninguna carga sexual. Era mi muñeco preferido pero no era una
cosa. Era mi creación pero ni yo era un Rabí de Praga ni era Dios. Supe que se convertiría
en muchas cosas, como las almas migran de cuerpo y de roles: sería hijo, primo,
hermano, amigo, padre, tío, pareja, esposo… Quizás en algún lugar del universo,
en alguna realidad paralela, mi alma estaba entrando dentro de un muñeco que
alguien imaginó.
Comentarios
Publicar un comentario