Décadas atrás
Todo empezó con un experimentado gerente
general que fue reemplazado por un joven con ideas nuevas, al que le pagaron
mucho menos que al gerente (que ya era caro), le dieron una oficina espaciosa;
y no solo pagó su renta sino que compró más de una propiedad. La empresa creció
y pudo crear nuevos puestos gerenciales, ya que le salía más barato tener 4
jóvenes gerentes y dividir las responsabilidades que pagarle millonadas a un
solo tipo que se responsabilizaba de varias aéreas.
Esos jóvenes crecieron hasta ser
cuarentones y cincuentones. Una nueva generación de jóvenes con ideas sobre
vender ideas, conquistaron a las mesas directivas de accionistas que deciden
los destinos de las empresas, que antes eran comandadas por un gerente o dueño;
diciéndoles que ya los productos no se vendían más, que ahora eran los
servicios lo que haría que la gente siguiera consumiendo.
Y…Como existir fue igual a consumir
en grandes cantidades, surgieron un grupo noveles envalentonados por la idea de
la idea de la idea, que acertaron en primera instancia y crearon grandes
empresas y seguidos por un grupo de vagos vende humo que le hicieron creer a
señores que perdían acciones, que la verdad de la milanesa se trataba de vende
humo a los otros pero de manera adecuada, nada de engaños, productos malos y
calidades deplorables, la cosa era decir solo las virtudes, evitar los
defectos, quedar libre de acusaciones de fraude y principalmente estar bien
asesorados. (Los abogados siempre ganan)
Desde el detergente, pasando por
los medios de comunicación, hasta la tienda que te vende regalitos a 2x1,
estamos dominados por una serie de “ideólogos” de la venta, que le dictan a los
dueños de las empresas lo que deben hacer. El peor ejemplo es la TV que se nota
claramente está gobernada, no por los periodistas experimentados, por los
trabajadores de la calle, por los actores, por los escritores… ni siquiera por
los dueños de esos medios; sino por “los productores”. Ellos nos gobiernan la
vista y el oído, ellos nos dicen que es bueno ver, que es interesante saber,
como y de qué manera una noticia debe der contada, cuanto de cada tema debe ser
dicho en un programa, qué tienen que preguntar los cronistas, en qué tono, con
qué intensidad… los esclavos del minuto a minuto esclavizaron a todos, pero
sobre todo, a los actores de las cosas, a esos tipos y minas con experiencia como
para cambiar sobre la marcha y seguir su instinto, le secaron la sangre a la
gente de raza, nos dijeron a quien aceptar y a quien rechazar y nos los meten
por los ojos nos gusten o no, porque básicamente no nos respetan (solo se
respetan a sí mismos). Les hicieron creer, que tienen la verdad del deseo ajeno
y no suelen escuchar porque están validados por sus superiores (temerosos de
perder su trabajo muy bien remunerado por sentarse en una oficina a pensar y hacer
lobby). No respetan a nadie y se cagan en todos porque “son productores”. Se ganaron
un respeto regalado: los que llegan les hacen caso, no saben porque, pero igual
les temen.
Somos nosotros, espectadores, los
que debemos decirles que ya no son creíbles? Debemos dejar de mirar, leer,
intentar informarnos para que los “productores estrella” dejen de darnos a
consumir mierda a diario?
Si los que les pagan muy bien por
vender humo no los despiden, somos nosotros los responsables?
Estamos desafortunadamente gobernados
por un grupete de infames egocéntricos que nos dictan el sesgo de la realidad
que debemos consumir según su criterio adolescente.
Y por un grupo de evasores condescendientes
que a cada error dicen: “La producción del programa…”
Porque la vida está producida.
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