Amigos con mucho roce...


Un año después ella me lo devolvió mejor. Está más sensible, más cariñoso, mas tierno, más relajado. Hay cosas que ya sabe que no quiero saber. Nunca fue tan tonto. Esto era una guerra bajo mis narices y yo jamás me enteré. Las féminas emprenden batallas contra otras mentes femeninas cuando están por perder lo poco que supieron obtener y yo nunca gané ni perdí, estaba ausente, nunca me importó. Hay un melodrama requerido siempre, una idea fantasiosa que compensa los desastres amorosos: creer que se fue lo más importante, creerse lo mejor de la vida del otro. Si se acurrucó contra mí por temor, falencia o necesidad ya no importa, no fue tan fácil dejarlo reentrar y él lo sabe, dicen que no es hombre quien conquista muchas mujeres sino quien conquista a la misma varias veces y él le puso garra simplemente porque tenia ganas, otras oportunidades no le faltan, siempre tuvo donde apoyarse y dormir. Quizás solo perdemos el tiempo pero por lo menos nos reímos lo más que podemos en el intento. Nunca estuvimos hechos el uno para el otro pero ahora podemos ser un tanto más sinceros que antes simplemente por el hecho de que ya nos confesamos lo suficiente. La cama siempre nos espera ansiosa, amanecer y desayunar está bien. A esta altura me parece que nos emparejamos en algo: ninguno pretende demasiado, ninguno quiere algo específico. Él sabe que no me deja dormir, que no me deja descansar. Yo se que no termina de hallarse. Se mese tranquilo mientras no se sienta atrapado porque los pies le queman y calcula demasiado las circunstancias convenientes. No medita, no me ama, no pretende permanecer por siempre y por el momento eso me calza bien. Andá a saber que pasó en el medio, andá a saber si aprendió algo sobre el amor y las relaciones. No me quejo, no por resignación sino porque simplemente confío en mi instinto y me dice que me equivoco en todo el resto pero no en el hecho de que es simple, llano, temeroso con razón y tiene ganas de que lo amen por las noches. Solo él sabe quien quiere que lo ame durante los días diurnos que le quedan por disfrutar. Mañana nunca existió y siempre estuvo ahí. Yo se de todas, él sabe de todos. Tengo un amigo con derecho a roce (no le digan que ciertos roces se ganan) y dormimos separados o culito contra culito, nos reímos en la obscuridad. Él teme a lo libre y adora  ciertas cadenas, le aterra el compromiso y adora pretender que nadie puede atraparlo. No me importó y no me importa. Quizás lo haya visto, pero me temo que teme porque quiere y teme al mismo tiempo pero no puedo decir que yo no soy parecida. Dios siempre sabe lo que hace quizás porque simplemente siempre estuvo ausente en esto. Yo mientras tanto me preparo pare verlo correr cuando el viento norte regrese… ya se sabe, el nortazo pone a la gente de punta, el clima no le miente a los que otean.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Arquera ?

Salida de emergencia