Bitácora Náutica

20 de Julio de 2006



La neblina, que duró todos estos días, se disipo por fin.
El andar a tientas hizo que algunas cosas se hicieran añicos contra el piso Eso pasa con objetos de material quebradizo, pero sigo sin acostumbrarme a estar totalmente rodeada de plástico.
Obviamente ahora el panorama parece sorprender a la vista por asalto, pero los ruidos de anoche ya me advertían que algo sucedía bajo el casco.

El cielo despejado, y en este día primaveral (que no puede durar todo el invierno), descubro que encallé en un “bajo la laja”, piedras que están apenas bajo la piel del agua. Doble incomodidad. Toca laborear para zafar mi barco, y con este calor, sería mejor estar navegando, no solo para aprovechar el clima, sino para que el viento aparente, lo ventile todo, y me refresque un poco la piel.


Desconfío en la estabilidad de esta calidez casual.

Por suerte recibí mensajes de viejos amigos, que se acordaron de mí.
Y yo, llamé a Mi Madre por su Cumpleaños. Si logro salirme de esto, tal vez llegue a tiempo para los festejos del domingo.

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